dilluns, 30 de setembre del 2019

The rider

The rider

Película dirigida por Chloé Zhao y protagonizada por Brady Jandreau. Hay algo único e impactante en esta obra y es que el actor principal interpreta su propia vida, su verdadera historia. Mientras rodaba su primera película, llamada Songs that my brothers taught me, la directora conoció a un grupo de vaqueros Lakota, en la reserva india de Pine Ridge. Todos ellos nacieron y se criaron en la reserva y son sioux Oglala Lakota y vaqueros por vocación. Más adelante conoció al jinete Brady Jandreau y su historia. Con sus veinte años, vive como un hombre del lejano Oeste: pesca en un río de aguas bravas, doma a caballos salvajes y los entrena para venderlos, a la vez que los monta. Tras este encuentro, Chloé Zhao quiso llevar su historia a la gran pantalla y el resultado es este filme cargado de emoción, pasión, silencios y sentido.


Bradley estaba listo para competir en uno de los concursos más importantes de jinetes, esperanzado de quedar en una buena posición después de mucho entrenamiento. No obstante, el destino le jugó una mala pasada y el caballo le pisó el cráneo casi mortalmente, dejándole en coma durante unos días. Poco a poco se recuperó, pero como consecuencia de la caída sufre lesiones internas graves en el cerebro por lo que se le quedó prohibido volver a montar a caballo, puesto que otro golpe en la cabeza supondría la muerte.

A pesar de todo, Bradley siguió montando a caballo, y cuando le preguntaron por qué arriesgar su vida solo para montar, dijo: "No sirvo para nada si no puedo hacer lo único que sé hacer". Muchos viven sin una pasión, sin algo que llene de sentido su existencia. Para los pocos que creen que sus vidas no son en vano, sino que tienen algún tipo de misión o un por qué, la única obligación que tienen es vivir hasta que la vida diga basta, pero haciendo lo que deben.


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La escena escogida es una de las que más me marcaron de la película, por la complicidad entre el caballo y el hombre, por la comunicación entre ellos a pesar de no poder hablar, por la ternura con que se tratan, por el entendimiento que poco a poco se establece, por el miedo y la superación del mismo. Montar a caballo, dejar que el sol caiga despacio un día más en el paisaje de fondo...

El protagonista trata con respeto a los caballos y a las personas que le rodean. La relación con su hermana (personaje interpretado por su hermana real) desboca ternura, comprensión, lealtad y compromiso. Él la protege y siempre lo hará. Ella le demuestra su amor a su manera, desde la inocencia más pura. Por otro lado, Brady visita con frecuencia a uno de sus mejores amigos, también jinete, el cual sufre parálisis cerebral a raíz de un accidente en un rodeo. Poco puede decirse en situaciones así, pero a través de recuerdos de épocas mejores, ríen y se comunican, siguen siendo los mismos amigos a pesar del cambio de circunstancias. Lo más increíble del protagonista es su capacidad de comunicarse con los demás seres, no solo humanos, sin necesidad de recurrir a palabras, solamente con una mirada auténtica, compasiva, a través del amor. 




Cold War

Zimna Mojna (Cold War)


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Pawel Pawlikowski ha escrito y dirigido "Zimna Mojna" (Cold War / Guerra Fría), una película en blanco y negro en la cual se invita al espectador a espiar el desarrollo de una desgarradora historia de amor que se desarrolla a lo largo de los años de la Guerra Fría. Durante ochenta y ocho minutos, los escenarios saltan de Polonia a Berlín, de París a Yugoslavia, ofreciéndonos una visión de la evolución de las sociedades tras la guerra y en un contexto de tensión política omnipresente. 

El filme se inicia en un contexto rural de la Polonia de la posguerra, donde se citan a campesinos y gentes humildes para unas audiciones en las que se reclutan a artistas que puedan transmitir la música tradicional folklórica. 

Según el director, Cold War está dedicada a sus padres, quienes comparten los nombres de los protagonistas (Wiktor y Zula). Tras haber vivido mucho y conocido infinidad de historias y personas, el cineasta afirma que la relación de sus progenitores sigue siendo la más interesante historia de amor que ha conocido, por lo incomprensible de la misma. Tanto es así, que para poder explicarla tuvo que alejarse mucho de ella, por lo que los protagonistas de la pantalla guardan tan sólo en común los rasgos esenciales con los personajes que los inspiraron: un amor complicado e inestable que solamente la muerte diluyó. 

Es un amor que comienza cuando él está casado con otra mujer. Por motivos políticos pasarán largas épocas en la distancia, él envuelto en el artisteo parisino del momento, ella trabajando en un musical en Polonia y haciendo giras por países vecinos. Conectados, a pesar de todo, por un amor que reaparece en cada encuentro, immutable. Hasta que llega la primera decepción y, con ésta, decisiones -tal vez- equivocadas que complican cada vez más la lejana posibilidad de estar al fin juntos.

¿Qué es el amor, al fin y al cabo? Ésta es una pregunta que ha estado presente probablemente desde que los humanos inventaron el lenguaje y para la cual nadie tiene una sola respuesta. Nadie sabe exactamente lo que hay que sentir cuando se ama a alguien. Todos nos lo imaginamos, supongo. Y en el fondo, sabemos cuándo se trata de amor y cuándo no. Lo sabemos porque el amor de verdad no caduca, no perece. Sigue allí, a pesar de todo, en cada reencuentro el sentimiento de sentirse tan vulnerable por otro ser humano, nos aterra hasta tal punto que es lo único que da un poco de sentido a nuestra gris existencia. Tal vez se puede amar a una persona para siempre sin conseguir compartir la vida con ésta. Quizás el griego Platón tenía razón cuando dijo que el amor solamente es real cuando es platónico. Algún día tendremos la respuesta.

Don't worry, he won't get fat on foot

Don't worry, he won't get far on foot

(No te preocupes, no llegará lejos a pie)


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Dirección: Gus Van Sant.Intérpretes: Joaquin Phoenix, Jonah Hill, Jack Black, Rooney Mara.
Estados Unidos, 2018.
Filme inspirado en la vida del caricaturista originario de Portland (como el director), Estados Unidos, Joe Callahan. En esta cinta se relata la vida de este peculiar personaje cuya vida se rige por su adicción al alcohol antes de descubrir, en parte gracias a su dependencia, su talento para las caricaturas.
El elenco de personajes que aparecen en la película nos acercan a vidas que, a pesar de no estar exentas de dolor y de sufrimiento, cuelgan siempre de un hilo de esperanza y humor. Éste es sobre todo el caso del personaje encarnado por Phoenix, quien pierde la habilidad de andar tras sufrir un accidente de coche ebrio. Antes de este acontecimiento, él no tenía control alguno sobre su vida y sigue sin tenerlo después, hasta que un día decide intentar retomar las riendas de su existencia y asiste por primera vez a una reunión de Alcohólicos Anónimos. En estos encuentros se abrirá poco a poco a los demás y a sí mismo, aprenderá a perdonar, a los demás y a él mismo (tarea más difícil de todas), así como a tener fe en algo más allá de lo cotidiano. Durante las horas que pasa escuchando los problemas de los demás asistentes, deja que su mente oscura y sarcástica baile con un bolígrafo sobre algún pedazo de papel. Es entonces cuando descubre que tal vez hay algo que se le de bien, y que incluso pueda compartirlo con el resto.


Hasta aquí puedo contar. Es una película profunda y divertida a partes iguales, de esas que siguen incrustadas en tu mente meses después de haberlas visto. Las interpretaciones de todos los actores me parecieron increíbles. Cabe decir que me gustó especialmente el personaje interpretado por Johan Hill (que está irreconocible) por su persistencia, sensibilidad y el humor calmado pero afilado que viste. Si tuviera que hacer un abstracto de esta obra, diría que nos quiere hablar de cómo, si uno quiere, puede encontrar un sentido entre el inmenso sinsentido de una vida que puede parecer destrozada. Nos dice que siempre hay algo por lo que vale la pena estar aquí, bajo cualquier circunstancia, por adversa y desafortunada que sea. Que hay que tener fe en algo más grande, más poderoso que toda esta mediocridad que nos rodea. Y, gracias a Joe Callahan, que nos recuerda que para poder seguir vivos -que no sonámbulas- es imprescindible reírse un poco de lo más bajo y patético de la condición humana y no tomarnos tan en serio.


Risa en la oscuridad, de Vladimir Nabokov

Risa en la oscuridad, novela publicada por primera vez en ruso bajo el título de Kamera obskura en el año 1932 - y que el mismo autor tradujo la obra al inglés seis años más tarde, titulándola Laughter in the Dark - arranca con un párrafo que condensa la trama de la obra:

"Érase una vez un hombre llamado Albinus, que vivía en Berlín, Alemania. Era rico, respetable, feliz. Un día abandonó a su mujer por una amante joven; amó, no fue amado; y su vida acabó en un desastre."

Este inicio no hace sino aumentar las ganas de sumergirse en la historia, de saber quién es ese tal Albinus y qué cualidades tiene la joven amante para llevarle a romper un matrimonio. Nabokov muestra las cartas desde el inicio, nos avisa de qué va a suceder en las próximas páginas, nos alerta de la simplicidad de la historia que desarrollará. Y de este modo el lector puede observar con cierta distancia cómo el autor se divierte decidiendo el destino de los tres mediocres personajes principales y los grises secundarios. A juzgar por la crueldad creciente de los acontecimientos, se lo pasó en grande. 

Albinus es descrito como un rico y culto crítico de arte que vive una vida acomodada en compañía de su mujer, una alma tranquila y sumisa que no le crea problemas ni despierta en él deseo alguno. La quiere, así como quiere a su hijita, porque son su refugio, son el resultado de su éxito social y personal, porque le admiran y él es el rey entre las cuatro paredes de su hogar. No obstante, tener una familia parece no ser suficiente para saciar ese deseo cada vez más profundo. La búsqueda de llenar ese vacío innombrable le conduce a la sala de cine donde trabaja Margot, una chica de apenas dieciocho años cuya ambición de ser actriz la ha llevado ya por caminos alejados del bien. Y así es como se inicia el idilio entre ellos, surgido del puro azar y de una manera forzada. 

Más adelante, en la historia, el azar vuelve a hacer de las suyas y nos presenta a Rex, el tercer protagonista. No es coincidencia que se hablara de él al principio de la novela. Creo que el autor nos quiere recordar así lo casuales e irónicos que pueden ser los acontecimientos y encuentros que erigen y entrelazan nuestras vidas. Rex, un hombre despiadado y de vuelta de todo, con quien Margot había mantenido una relación anteriormente y de quien sigue enamorada. 

No voy a desvelar más detalles de la historia, puesto que mi intención es que leyendo estas líneas os entren ganas de adentraros en ella. Desde mi punto de vista, el autor nos habla en esta obra de cosas tan universales como la insatisfacción permanente del hombre de clase media alta que, a pesar de tener todo lo que se supone se requiere para ser feliz y vivir una vida plena, siempre necesita algo más. Hay un guiño también a los intelectuales que con suma rapidez pierden los estribos ante la posibilidad de contacto carnal con una joven. Habla también sobre la falta de conciencia, en el sentido más cruel, es decir, de aquellos que son capaces de lo inimaginable para alcanzar su objetivo. Y ese plan tampoco les va a satisfacer del todo, sin embargo, harían lo que fuera por acercarse a su meta. 

Por otro lado, el libro plantea diferentes caras del amor, o de algo parecido al amor. El amor que siente Albinus por su esposa, por su hija, el de la esposa hacia él y hacia su hija, el amor de Paul (el cuñado de Albinus) hacia su hermana, el de Margot por Rex y el de éste por Margot. Y por último, el desprecio vestido de amor que Margot siente por Albinus. ¿Por qué los sentimientos son tan azarosos e interesados? ¿Por qué algunos son tan volátiles? ¿Acaso un sentimiento pertenece a un momento, a un instante, y su destino no es otro que evaporarse al poco? En todo caso, es casi imposible saber qué siente uno mismo. ¿Cómo imaginar lo que puede sentir otra persona? Y, sobre todo, ¿de qué es capaz? ¿Qué mentiras dirá cuando el miedo congele la sangre de sus venas? 

Por último, hay que mencionar el brillante ritmo de la obra, que nos mantiene enganchados desde el principio hasta el inesperado final, descrito con una impecable precisión. Cada vez que leo a Nabokov entiendo porque se le considera un genio de la literatura, es capaz de hablar de lo más bajo de la condición humana con el más elegante de los sarcasmos. 

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dimarts, 9 d’abril del 2019

Forn de Sant Jaume

Pot ser que el Forn de Sant Jaume, situat a la Rambla de Catalunya, número 50, sigui per aquells que hagin nascut a Barcelona, una pastisseria mítica on val la pena fer-hi cues immenses el dia de Reis per comprar un tortell de massapà i fruita confitada. O bé, durant la tardor, gastar-hi la meitat del sou en cent grams de panellets rebossats de pinyons. I per la verbena de Sant Joan, encarregar una coca quilomètrica amb traços ben gruixuts de crema pastissera. Només de pensar-hi se'm fa la boca aigua. Durant gairebé quatre anys vaig tenir el privilegi d'allargar el braç quan em venia de gust un panellet de coco, una trufa recent feta o un gotet d'orxata. Quins temps aquells!

Volia fer una petita entrada sobre la meva experiència al Forn, la qual va començar un dia, quan tenia dinou anys, que anava caminant per la Rambla de Catalunya amb la meva mare i un grapat de currículums a la mà. En un dels extrems del vidre de l'aparador, hi vam veure un cartell escrit a mà, gens glamurós, que posava "Es necessita dependenta a temps parcial". La meva mare em va dir, vinga, no t'hi animes? Gràcies a ella vam entrar i vam demanar pel cap de la pastisseria. Va ser la primera vegada que vaig veure el que després sempre més anomenaria "jefe", com si es tractés del capo d'una màfia siciliana. Un dels homes més carismàtics que he conegut, va sortir esperitat, com sempre, de l'obrador, amb les mans empastifades de farina i el davantal tacat de tots els sabors, sense estar per hòsties, em va fer tres preguntes mal fetes. "D'on ets?" (es referia a si era catalana  o "de fora" - com deia ell), "On vius?", "Ets puntual?". I a continuació, mirant-me a través d'unes ulleres plenes de ditades, em va dir: "vine demà a les 8 del matí, com no siguis puntual, començarem malament".
I allà vaig anar-hi l'endemà, morta de por. La primera frase que em va dirigir va ser: "No m'agrada que arribis tan justa nena, sigues més puntual d'ara en endavant", em va llançar un davantal i, abans de donar-me temps de lligar-me'l, em va dir que parés les mans i em va col·locar una safata repleta de croissants fumejants a cada mà. "Posa-les a l'aparador. Vinga!". Mentre caminava per l'obrador, amb el cor a cent per hora, la mà esquerra em va començar a ballar i... incontrolablement, els vint-i-tants croissants van fer mil tombarelles fins a xocar contra el terra, seguits del terrabastall de la safata de metall. "Hòstia tu! Cagundena! Quina manera de començar... Espavila, nena!".

Encara no sé com vaig aconseguir mantenir l'equilibri tot carregant safates amunt i avall, de vegades plenes d'ensaimades, d'enquesades o de coques; d'altres vegades farcides d'orxates, cafès i tès. Em vaig especialitzar en servir els clients de la terrassa i de la barra, sobretot després de comprovar la satisfacció de comptar les propines a final del dia. 
Durant els propers anys vam viure-hi mil històries, entre aquelles parets centenàries van sorgir amistats, amors, vam barallar-nos i reconciliar-nos, vam conèixer les històries més rocambolesques dels clients habituals - la majoria uns solitaris empedernits que era molt fàcil començar a estimar. Recordo aquella època com una de les millors que he viscut, de les més divertides, de les més riques per a l'ànima.

Encara ara, després d'haver patit molts més "jefes" a diferents feines, continuo anomenant-lo a ell el "jefe". Diumenge el vam anar a acomiadar. Costa fer-se a la idea que no tornarà a caminar pels passadissos de l'obrador del Forn Sant Jaume, que no tornarà a llegir el diari darrere el mostrador i a enrotllar-se sobre mil i un temes amb els clients que s'atreveixen a creuar la porta i penetrar en una nova dimensió, tan dolça com surrealista. És difícil imaginar-se el forn sense els seus crits, sense els seus comentaris, sense la seva mala llet i el seu sentit de l'humor. Però m'imagino que, des d'on sigui, esperarà que arribi l'hora de tancar per prémer el botó de la màquina enregistradora i comptar els bitllets acumulats durant la jornada -aquell era, sens dubte, el seu moment preferit-. Va ser una persona inimitable, que de ben segur no deixava indiferent a ningú, per ser tant directe i descarat. Aquells que l'havíem hagut de patir durant força temps, sabíem que darrere la façana de tio dur, sense massa miraments i que anava directe al gra, hi havia una mica de sensibilitat i una bona dosi de bondat.




Fins sempre, jefe.







dimecres, 13 de març del 2019

Cicatrius

Aquests dies penso en les cicatrius que la vida ens va gravant en el teixit volàtil de l'ànima. Quan la ferida és recent, profunda i encara no està curada, dóna la impressió que mai no es tancarà, que cada pensament incisiu la reobra uns mil·límetres i la sang deixa de ser seca i torna a ser fresca i vermella. 
Les ferides de l'ànima, diuen, fan les persones més belles, un cop se'n recuperen. El dolor que provoca una decepció, una pèrdua... un dol, en definitiva, fa que ens enfortim i que seguim caminant, potser més lleugers, més incrèduls i més a l'expectativa. 
Avui un algú m'ha explicat que troba a faltar constantment la seva mare, fins i tot dos anys després de la seva mort. M'ha dit que les primeres hores del matí són les més dures: tot sol, gairebé sense cotxes, el sol traient el cap de darrere els edificis més alts... I la seva mare envaint tota la seva ment. Totes les coses que vol explicar-li, i no pot. Tots els moments que voldria compartir, i no pot. Troba a faltar la seva mirada, que ja no existeix, que ja no tornarà a veure. I pensa que mai podrà lliurar-se d'aquesta tristesa. Que mai aprendrà a viure amb la seva absència.
Però, mentre me l'escoltava, he pensat que sí, que sí que aprendria a viure amb l'absència de la seva mare. Que encara no la vegi, ella continuarà viva a la seva ment, podrà explicar-li tot el que vulgui, compartir-hi els moments.
El temps va fent el seu efecte, va curant a poc a poc, va difuminant les emocions, va allunyant els pensaments, va confonent els sentiments... 



dimarts, 26 de febrer del 2019

Oscuridad

-Oscuridad-

Sonrío como una autómata
para ocultar la oscuridad
que me ahoga
ahora que te siento
definitivamente lejos
de mí.

Tan cerca llegamos a estar
los dos,
el uno del otro.
Tan lejos viajamos,
sin movernos,
hacia otra realidad.

Aunque fui yo quién dibujó
este punto y final,
me es imposible
imaginarme
sin tu piel.

dissabte, 23 de febrer del 2019

Viaje a alguna o ninguna parte

-Viaje a alguna o ninguna parte-

Los edificios de colores quedan lejos ya de aquí,
y con ellos el bullicio y las gentes
y los bares y las voces
difuminadas en el aire.
He recorrido calles empinadas
que me han llevado a ninguna parte.
Me he sentado en bancos
que me han recordado a tantos otros
donde he pasado ratos.
He comido en bares
en los que podría acostumbrarme
a tomar café cada mañana,
en una posible vida paralela
que nunca empezará.
Le he sonreído a alguien,
he visto algunos perros ladrar
y las basuras llenas.
Puertas cerradas y puertas entreabiertas,
también.
Todo se evapora a un ritmo trepidante
y el paisaje se vuelve del todo verde,
verde esperanza.

dijous, 7 de febrer del 2019

Vistes al mar

Hi ha carrerons del barri gòtic en què, rere l'aparent vaivé de turistes i la liquidesa dels dies i les coses, hi persisteix una xarxa de lligams entre els botiguers, els que viuen per allà i els clients habituals. De ben segur que a totes les guies de Barcelona hi apareix com a obligada la visita a la xurreria del carrer Banys Nous, un cubicle amb olor d'oli reescalfat que avui dia es caracteritza per llargues cues de visitants i els flashs de les seves càmeres, amb el fum dels xurros recent fets de fons d'imatge.
Quan l'estiu ens abandona definitivament, deixem de fantasiejar en gelats a la vora de la Villa Olímpica i localitzem el desig d'hivern al carrer Petritxol. Una bona xocolata calenta, espessa i fosca, amb un toc especial de canyella. Acompanyada de melindros o, pels més agosarats, de xurros. I algú s'ha preguntat mai d'on vénen, els xurros de les xocolateries de Petritxol? Doncs bé, d'uns carrers més avall, tot baixant Petritxol, creuant la Plaça del Pi, seguint recte i, abans de topar-se amb la Plaça del Milicià Desconegut, endinsant-nos pel Carrer de l'Ave Maria per desembocar a Banys Nous. Sí: els xurros són fets a la xurreria més mítica de Barcelona. Però no vénen pas sols, ni els envia una d'aquestes empreses noves que es mouen en bicicleta, no. Fins fa molt poc, pagaven quatre duros a un senyor jubilat anomenat Luis. Aixecava poc més de metre i quaranta de terra, guarnit d'una densa cabellera blanca i un remolí d'arrugues que li dibuixaven una expressió intensa al rostre. Amb una mà, sempre carregava una bossa de tela a reventar de xurros fumejant. Amb l'altra, sostenia una cigarreta que s'acostava ara sí i ara també a la boca. Els pocs instants que no xuclava tabac, se li dibuixava un somriure als llavis sense voler-ho. Aquest era el senyor Luis, i parlo amb passat perquè fa unes setmanes va deixar de recórrer els seus carrers preferits, aquells que guarden per sempre les seves passes. Hi ha llocs que només són especials pels moments que hi vam viure, per les persones que hi vam conèixer.
El Luis va néixer sol. Va ser abandonat el mateix dia de començar a estar viu, al sud d'Espanya. El van acollir diverses famílies, però l'anaven retornant a l'orfanat quan ja no se'n podien fer càrrec. La família que el va tenir més temps el volia més per fer-lo treballar que no pas per criar-lo. Per això, enlloc de dur-lo a l'escola, l'obligaren a treballar a la granja i a l'hort. Allà va aprendre molt sobre cultiu i sobre plantes, però mai no va saber llegir ni escriure. Amb setze anys va venir a Barcelona perquè uns coneguts li oferien un lloc de treball com a jardiner a cases de rics. Allà va treballar tota la seva vida activa, fins que, jubilat, amb una pensió mínima, va començar a repartir xurros per guanyar-se un sobresou. Va morir sol, en una habitació freda d'hospital, en qüestió d'hores des que s'havia començat a trobar malament. Va estar-s'hi tres freds i llargs dies més, al soterrani de l'hospital, abans que l'ajuntament li assignés dia, hora i forat al Cementiri de Montjuïc. L'altre dia el vaig anar a veure, és en un nínxol sense nom amb vistes al mar. Des d'allà se senten amb més claredat tots els sorolls: el vent removent la cinta d'una corona de flors seques, el cant dels ocells, la sirena d'un vaixell de fons. Enmig del silenci em van venir moltes preguntes al cap: com és possible que algú de qui els pares es van desempallegar al néixer, que mai va rebre la més ínfima mostra d'estimació, fos capaç de desprendre tanta tendresa i compassió al llarg de la seva vida? És que la bondat no s'aprèn, sinó que ve de sèrie? Com és que la majoria d'humans intentem sense parar fer coses en vida que ens garanteixin ser recordats per un temps (tenir fills, escriure un llibre, fer quelcom important...), i ell va viure amb discreció, igual que va morir, sense preocupar-se de ser oblidat?
Aquest escrit és una crida. Una crida a la seva memòria. Tots aquells que vau tenir la sort de conèixer-lo, de creuar-vos amb ell pels carrerons del gòtic, de compartir somriures afables i converses efímeres amb ell, siusplau, recordeu-lo. Penseu en ell quan torneu al carrer Petritxol. Recordeu-vos d'aquesta història quan passeu per una xurreria. Imagineu-lo deambulant per la Plaça del Pi quan torneu a treure el cap per allà. Feu-ho per a ell. Perquè el seu nom quedi imprès en la memòria col·lectiva i honorem la bondat d'un ésser que va fer el seu camí amb dignitat, honradesa i donant amor sense gairebé rebre'n a canvi. Descansa en Pau, Luis, gràcies per tot el que em vas ensenyar, sense saber-ho.  I gaudeix de les vistes.

dimarts, 29 de gener del 2019

Sobre la inevitabilidad de la vida

No entiendo la inevitabilidad de la vida como un sinónimo de destino, más bien como la tendencia irreversible de ciertas cosas a darse en un espacio y un tiempo.

The rider

The rider Película dirigida por Chloé Zhao y protagonizada por Brady Jandreau. Hay algo único e impactante en esta obra y es que el actor...