Hoy me ha alegrado verte,
no tanto porque estés bien,
que también,
sino porque he descubierto
algo francamente raro:
y es que hay cosas
-aunque poquísimas-
que permanecen intactas
al paso del tiempo.
Una de esas cosas es
la alegría que siento cuando
me explicas tu vida.
Qué absurdo darse cuenta
de que, al final,
lo mágico es eso.
Tú, sutilmente,
comentas algo de un ser
que hay más allá.
Yo prefiero seguir pensando
que sólo existe lo que nos rodea.
A pesar de eso,
el saber que,
aunque a veces lejos,
te tengo cerca,
eso me da paz.
En este mundo raro,
todavía hay cosas que
el tiempo no alcanza a diluir.
Brindemos por la amistad.
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